Internet nos ha traído extraordinarias novedades para la vida, desde el big data, hasta el e-commerce, pasando por el streaming. La joya de la corona han sido las redes sociales que nos han permitido formar comunidades, crear un ecosistema, generar conversaciones y transformar el mundo.
LAS TRANSFORMACIONES sociales como la primavera árabe, el caso de Wikileaks, el movimiento #metoo, la muerte de George Floyd y el movimiento Black Lives Matter; han cambiado radicalmente el mundo en el que vivimos.
La presencia de las redes sociales para contribuir a la solidaridad en las catástrofes y sismos, han permitido la salvación de muchas, muchas vidas. Durante esta pandemia, las redes sociales , las plataformas de streaming, las empresas de e-commerce, los servicios por internet, las estructuras de tele trabajo nos han permitido sobrevivir en medio de circunstancias demasiado nuevas tanto por la velocidad, como por el espacio, como por el tiempo.
Un gran maestro de filosofía, Joseph De Finance, fallecido en 2000, definía la ética como juzgar en la apertura, es decir, juzgar hacia un horizonte de verdad y de bien, al que como seres humanos nos ajustamos en cada acto libre y responsable. La ética, es por lo tanto, una ciencia y una visión de máximos frente a los mínimos que pudiera implicar la legalidad.
La ética de internet y de las redes sociales vive y sobrevive en esta apertura hacia la verdad y el bien.
La ética en general y particularmente en internet y en las redes sociales, no puede ser restrictiva o normativa sino reflexiva y abierta. La verificación ética sobre lo que sucede en ese ecosistema se realiza en el consenso de la conversación y de la crítica naturales y espontáneas del universo de la red.
¿Esta ética permite absolutamente todo? ¿Se puede escribir en cualquier comentario en redes sociales? ¿Se puede subir a internet una foto de una pelea, de un acto de bullying o de un accidente? ¿Cualquier ideología política, dogmática, racista, sexista, extremista puede ver sus opiniones en las redes sociales?
La comunicación está más cerca de la ética que de cualquier otra ciencia. La comunicación por su identidad humana, se encuentra en las ciencias humanístico-filosóficas que rozan siempre la metafísica y la ética. Su vector ético es por lo tanto, totalmente relevante.
Quien comunica en la vida común y corriente, en los medios offline, en internet o en los medios online; sabe que influye en los demás y por ello debe ser éticamente responsable. Entre la comunicación y el bien de las personas hay una línea que los entrelaza.
Internet y particularmente las redes sociales manifiestan una vez más la necesidad de comunicar de todos los seres humanos. Se trata de una comunicación que exige siempre una responsabilidad ética. La comunicación en sus diferentes vertientes, influye siempre positiva o negativamente en los seres humanos.
Por su propia naturaleza, las redes sociales se caracterizan por la apertura, la libertad, la horizontalidad y la inmediatez. Ahí es donde justamente se enraiza la ética.
Toda la comunicación, offline y online, debe sujetarse a los mínimos de la ley y a los máximos de la ética. (lo que nos inclina y ayuda a realizar el bien personal y común).
Las legislaciones más reconocidas en el mundo tienen elementos importantes para establecer el respeto a la verdad y a las personas y también muchos medios cuentan con códigos de ética o manuales de estilo que mantienen vigentes criterios de bondad relevantes.
¿Qué sucedería si en un grupo de habitantes de un determinado lugar o un grupo de condóminos específico establecen unas normas éticas de comportamiento donde todos están de acuerdo y logran encontrar una mayor bondad y calidad de su vida? No se requieren autoridades ni leyes, simplemente un acuerdo ético implícito y frecuentemente explícito.
Internet en sus diferentes versiones: motores de búsqueda, aplicaciones, sitios, blogs, plataformas y sobre todo redes sociales, poseen estos acuerdos éticos implícitos que los seres humanos aceptan y viven porque tenemos conceptos universales básicos: mentir, confundir lo público con lo privado, robar, matar es malo; decir la verdad, respetar los ámbitos de la vida, a los demás y respetar la dignidad de la vida es valioso.
La ética comienza en el conocimiento del ser humano y de la sociedad en la que vive. Sales a la calle en Estocolmo, México o Berlín e identificas la forma de ver la vida y los valores que inspiran a esa sociedad. Si ves las calles limpias, sabes que no puedes tirar nada. Si no se sabe decir que no a nada, descubres en el lenguaje las formas de respeto que se verifican entre las personas.
La ética funciona. A partir de este principio, conviene identificar los matices éticos de las decisiones de cada persona y de cada sociedad.
Cuando uno publica noticias en el microblog de Twitter sabe que tiene que verificar la información. Si no, en cinco minutos alguien llegará a declararlo fake news. Es en medio de la estructura de todos los que informan de algo, donde se encuentra la veracidad y la calidad de la información. Se establece, por lo tanto, un cierto sentido de crítica sobre la calidad.
En el gran ecosistema de Facebook, por ejemplo, si alguien publica lo que no corresponde a historias humanas de amistad, familia y sociedad; encontrará el rechazo de los followers.
Particularmente, también esta red ha implementado criterios éticos muy definidos. Se verifica, entonces, una selección natural de quien puede formar parte de una determinada comunidad.
En las redes dedicadas más a la imagen: Instagram, TikTok, la inmediatez juega a veces malas pasadas, pero en la convivencia de usuarios y red, se imprime un claro sentido de respeto a las normas de la convivencia y del bien común.
Esta comunidad de pensamiento de valores, de criterio y de autorregulación que conforma internet en todas sus formas y particularmente en las redes sociales, puede ofrecer una continua reflexión ética, espontánea y natural que imprima criterios éticos para la comunicación en general y para los medios offline, en particular.
La responsabilidad ética de comunicar ondea en todos los ámbitos de la vida. También en la política. Hay quien gobierna irresponsablemente a golpe de tweet y genera una inestabilidad social terrible. Afortunadamente las comunidades de redes sociales saben poner límites inmediatos a estas situaciones.
En todos los aspectos de la vida, los seres humanos buscamos el bien, a veces el mal como un bien para alguien en concreto, pero la llamada al bien y a nuestra responsabilidad está impresa en nuestra naturaleza humana. Un estudio de Harvard señala que 4% de la humanidad carece de conciencia ética. Para el otro 96%, la ética directa, inmediata y horizontal de las redes nos enseña continuamente que los seres humanos logramos conocer la ética en la convivencia y la conversación continuas, específicamente en el ecosistema de internet y las redes sociales.
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