México sufre en cada contienda en la que le toca participar. Puede ser un mundial, unos Juegos Olímpicos, una reunión del G20 o un comité de seguridad de la ONU.
Tenemos alma sufrida porque somos un pueblo que lucha siempre en todos los ámbitos, pero con el recuerdo de muchos golpes sufridos a lo largo de los años.
Ayer comprobaba en el periódico deportivo Marca, que el valor del Chuky Lozano (“El Chuky Lozanoooooo”, nos recuerda la canción de los estadios) es de más de 60 millones de euros. Sólo para no perder la dimensión, estamos hablando de 1,440,000 millones de los actuales pesos.
Capacidad y categoría nos sobra en todas las disciplinas de la vida, desde la deportiva hasta la empresarial.
Donde fallamos a veces es en una mentalidad de excesivo respeto a nuestras debilidades, institucionales, sociales y personales. Que las tenemos, pero que no nos deberían limitar.
Pero, voilá, llegamos al mundial y nos agenciamos un 4-1 al país quizá más poderoso futbolísticamente hablando que cuenta entre sus filas a jugadores como Mbappé, Kanté, Pogbá, Benzemá, Griezman ... aunque ellos no están en el equipo olímpico.
Nos gusta la victoria y la celebramos con profusión. Siempre vamos con todo. Y a mitad de camino pasa algo que nos desalienta, nos desorienta, nos desinfla, nos descorazona.
México, sin duda, goza de la capacidad y la visión, lo que nos falla frecuentemente es la mentalidad de largo plazo.
C'est la vie.
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