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Las redes sociales, ¿Cuál DILEMA?

El documental - drama El Dilema de las redes sociales presentado por la magnífica plataforma de Netflix, ha sacudido las buenas conciencias y no pocos pensamientos ingenuos


Impacta que grandes ejecutivos que trabajaron y trabajan en redes sociales se sientan sorprendidos de repente por el análisis de tendencias y la estructuración del big data para publicidad comercial y planes de ventas de grandes marcas.


Jorge Ruiz, que fue director general hace unos años de F

acebook México me confirmaba que él le vendía a Walmart big data de tendencias de mercado.


¿Cómo es posible que alguien no entendiera así el maravilloso negocio de las redes sociales?


Desde luego que Zuckerberg (f), Dorsey (t), Hoffman-Blue-Guericke-Ly-Vaillant(In); Hurley-Chen-Karim(Y); Systrom-Mike(Inst); vieron esto hasta que tuvieron varios millones entre sus seguidores, pero en cuanto lo vieron, lo convirtieron en big data e inteligencia de mercado.


Acaso no ponemos nombre, cumpleaños, viajes, gustos, estilo de familia, amistades, imágenes, la ropa que usamos y lo que vemos en streaming en facebook, instagram, snapchat o twitter.


¿Quién se llama a sorpresa con esto? Alguien no firmó la total aceptación de las condiciones básicas de estas redes. ¿En qué mundo creen que vivimos? ¿En la cueva de Platón en la que se descubren las personas y las ideas mediante sombras? No vivimos en una caverna sino en los social media, en la realidad de lo público, donde si aceptamos las reglas del juego, determinadas situaciones privadas podrán ser consideradas públicas.


No reparamos en los términos y condiciones de las redes sociales porque, como señala Luhmann, buscamos reducir complejidad. Cuando tomamos un vuelo, por ejemplo, no necesitamos saber cómo funciona el avión. Solo necesitamos saber que nos llevará del punto de partida al lugar de destino. Lo mismo sucede con las redes sociales. Los usuarios no necesitan saber cómo operan, solo quieren utilizarlas. Quizá si los anuncios de privacidad fueran más cortos y llamativos, no nos permitirían esa cómoda evasión de las cláusulas a las que, voluntariamente, nos sometemos.

Creo firmemente en un uso racional y sensato de las redes sociales. Pero me parece que el dilema sólo está en quien cree que el servicio que aporta una empresa privada como lo es cualquier red social se realiza sin transacción económica o búsqueda de beneficios comerciales. Una cuestión es no cobrar y otra poder monetizar la información recibida. Si vamos a un restaurante y uno de nuestros hijos toma una foto para presumir el ambiente del mismo y la calidad de la comida, con el objetivo de generar admiración de sus amigos, por qué las redes sociales no podrían usar esa tendencia para construir propuestas publicitarias personalizadas o abiertas. El único dilema está en cabezas que están fuera del mundo real. Queremos la primavera árabe o capturar a un pederasta mediante las redes, pero no queremos que los datos que nosotros hacemos públicos se conviertan en tendencia monetizable. Creo que el mismo Platón se asombraría de vernos luchar con dilemas que realmente son sólo plataforma sociales que usan datos pero no violan la privacidad que no hemos aceptado exponer. Del que se expone se dispone.


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