Imagen: Milenio.com
En cada libro se encuentran huellas vitales del autor. Cada página recorre emociones, sentimientos, experiencias que el escritor comunica con la proyección de la palabra. De alguna manera, todo libro contiene raíces autobiográficas.
Todavía no puedo hablar del libro Los dos hemisferios de Lucca, porque algunas circunstancias me han robado algo de tiempo. Pero sí puedo hablar de los dos hemisferios de la autora: Bárbara Anderson, que iluminan no sólo el libro sino sobre todo a su hijo Lucca, a su otro hijo Bruno, a su esposo Andrés y a todos los que con frecuencia nos cruzamos en su camino.
Bárbara es una persona normal con talentos fuera de lo normal. Hay que tener ideas muy claras en la vida no sólo para plasmar una historia tan vital, sino también para dedicarle tiempo. Bárbara es esposa, mamá, amiga, periodista extraordinaria, trabajadora incansable, solidaria con todos.
Ante este modelo de mujer, absolutamente normal y totalmente comprometida con lo que piensa y ama, se caen todos los mitos de cansancio, hartazgo o autocompasión. Cuando los dos hemisferios están conectados como en Bárbara, el amor se ejerce y la vida funciona. Por esta conexión tan estratégica y vívida, ella puede ayudar a Lucca a estar conectado y a alcanzar una vida plena. A todas luces resalta que cuando se ama como lo hace Bárbara y lo vive toda la familia, las conexiones se energetizan. Se ve en los ojos de Lucca, en la sonrisa de su mamá, en las ocurrencias oportunas de Bruno y en los abrazos de Andrés.
Aturdidos por tantas situaciones terribles como estamos, no estaría mal abrir la puerta a las experiencias vitales. Porque llenamos páginas y espacios interpretando y proyectando la realidad y muchas veces olvidamos a las personas que se encuentran detrás de ella. Y cuando esto se refleja en alguna enfermedad, tenemos que darnos cuenta de que lo importante es siempre el enfermo.
El verdadero feminismo proyecta su mejor expresión en personas como Bárbara Anderson. En seres humanos, que como ella, pasan a acciones constructivas dejando una estela de mensajes positivos a cada paso. La violencia se supera con la paz; la enfermedad con la medicina y con el amor, la incertidumbre con la certeza. Las buenas intenciones pueblan el mundo, particularmente los cementerios. Los motores de vida y de compromiso, por el contrario, activan el mundo.
Los hemisferios cerebrales o neuronales del ser humano necesitan energía continua. Para conectar los hemisferios no sirven las excusas, los complejos o las lamentaciones. Los hemisferios de Bárbara, se conectan claramente a base de una dedicación y una entrega que estructuran las coordenadas del amor.
Por eso los dos hemisferios de Lucca son el reflejo de los dos hemisferios de su mamá. Y en feministas, mujeres, profesionales, mamás hay que creer con toda el alma y con toda la capacidad que nos genere nuestra conexión hemisferial.
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