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Saigón, Kabul...

Al ver las imágenes del aeropuerto de Kabul, con seres humanos desesperados, por huir, vuelve a la mente la realidad que presenta el libro "Mil Cometas en el cielo". Cuando la presentadora de la BBC habla con el portavoz de los talibanes en pleno directo y le pregunta sobre las mujeres, vuelve la imagen de la protagonista de "Mil cometas en el cielo", masticando piedras y destrozando sus dientes y su boca, por deseo y orden de su marido. Cuando vemos a otra reportera de la BBC perseguida por talibanes armados con AK47, se presenta de nuevo el miedo de las mujeres que nos ofrece la historia de "Cometas en el cielo".

Atrás queda la utilización de Estados Unidos del ejército talibán para controlar a la Unión Soviética, la alianza de la Unión Soviética con el régimen talibán, la muerte de Bin Laden, el tráfico de opio y todo lo que rodea a un país limítrofe con países cargados de petróleo y conflictos. La geopolítica analiza el posicionamiento de un país en un determinado contexto territorial e histórico. Afganistán se encuentra ahí, en medio de los intereses internacionales que han abandonado finalmente el país a su suerte. Un ejército de 74,000 hombres, convencido de ideas retrógradas, misóginas y antidemocráticas como el del talibán ha superado paso a paso, ciudad a ciudad, a un ejército institucional de 300,000 efectivos.

Estados Unidos se retira cumpliendo los acuerdos establecidos con el gobierno de Kabul y asiste a otro desastre sólo comparable a Saigón, que dejó no sólo heridos y muertos, ya grave, sino una pléyade de veteranos heridos de muerte en su psicología que inundan hospitales, albergues, calles y morgues de ese gran país que es Estados Unidos. Biden no entendió Afganistán o no le interesó. Estados Unidos se presenta como el gran defensor de los derechos humanos y de la libertad en todo el mundo y allí por donde pisa. Se les olvidó Afganistán como se les olvidó en los años 60, Vietnam. Miles de seres humanos pasarán a la lista indescriptible e hiriente de seres maltratados, vejados, despreciados, por el hecho de ser mujer, por el hecho de creer en la libertad, por el hecho de creer en la educación. Y una vez más, Occidente, observa, protege sus efectivos y escapa como si el mundo no fuera la casa de todos y la libertad no se debiera defender con todo el presupuesto y con todo lo que se tiene al alcance. Si Occidente no despierta, si Estados Unidos no despierta, si la Unión Europea no despierta, algo básico ha muerto en la valoración de la libertad. De Saigón a Kabul, el mundo desfallece por falta de liderazgo político y militar internacional. El resultado es evidente y terriblemente amenazador: mujeres amordazadas, crímenes de lesa humanidad, pérdida de la libertad, tráfico de opio. Y mientras el mundo occidental, dónde está. No estuvo en Saigón. Tampoco en Kabul. Entonces, dónde está.

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